lunes, 14 de mayo de 2012

¡Coño, un tío regando!

Estarán conmigo en que lo del Sistema Tranviario de Jaén -que así es como se llama en realidad el trenecito de los 100 millones de euros en cuestión- es un cúmulo de despropósitos digno de juzgado de guardia.

Manda narices que con la que nos está cayendo encima y lo que aun está por caer, esta inversión millonaria siga anclada en el baúl de los recuerdos de Karina deteriorándose día a día por la incompetencia de las administraciones que, tienen que dejarse de gilipolleces y buscarle una solución inmediata, que no está la cosa como para seguir cabreando al personal que ve como se hoy recortan sus derechos y también sus ingresos más que ayer pero menos que mañana, mientras que estos de la cosa pública siguen tirándose los trastos a la cabeza para intentar convencer a la parroquia que los malos son los otros. Dificil tarea, señores políticos.


Hace unos meses conduciendo de camino a casa sorprendido por lo que veían mis ojos, dije ¡coño, un tío regando! No era una alucinación pero tampoco personal de ninguna administración. Resultaron ser un grupo de ecologistas los que, garrafa en mano, aliviaban la sed que sufrían desde hacía meses las plantas, muchas de ellas secas para siempre, porque el mantenimiento “es de los otros”, y eso por no hablar de la porquería que acumulaba el recorrido del tranvía.

La verdad es que las rotondas parecen junglas a juzgar por su aspecto y dejadez y se han convertido en vertedero patrimonio de la ciudad. Basta con darse un garbeo por “Bariloche” o por “Donantes” para sonrojarnos. Vaya tela, vaya tela…

Menos mal que el ayuntamiento haciendo  un “ejercicio de responsabilidad”  y dejando bastante clarito que “no es una competencia municipal porque la obra aún no está terminada ni recibida”, ha procedido a poner en estado de revista las zonas verdes del,  no sistema tranviario, algo que se me antoja va a necesitar de tiempo y dinero.

Lo que espero es que no se quede en simplemente una puesta a punto y que el mantenimiento empiece a hacerse a diario de una vez por todas porque, verán ustedes, señores de lo público, a los contribuyentes nos importa un carajo de quien es la obligación de, o la competencia en cuestión. Queremos ver limpia la ciudad y que los que nos visiten no nos saquen los colores por guarros crónicos. ¡Hagan el favor ya!

Tendrá que ser así